jueves, 25 de agosto de 2016

Las Campos


Las Campos
El verdugo de los mendrugos

Cuando algunos pensaban que Telecinco empezaba a repetirse —GH 16, Supervivientes, GH Vip, Sálvames…— o que habían dejado de inventar, salta a la parrilla veraniega Las Campos.
El formato docureality no es nuevo. Allende los mares, Las Kardashian, por ejemplo, Pesadilla en la cocina, Make me a supermodel, Paris Hilton, Total divas, The Price of beauty... En España, Alaska y Mario Vaquerizo, o las adaptaciones americanas… Como se puede ver es todo muy profundo, muy americano, ¿verdad?
El caso es que esta cadena no deja de innovar —imagino y espero que sea gracias a su apuesta por gente joven, creativa, con ganas, y a la altura social necesaria—. Han roto las expectativas televisivas y sociales. Han arrasado en la pantalla y en las redes sociales.
El genio coñón que elucubró esta idea y movió lo necesario para llevarla a cabo puede estar orgulloso de su imaginación y sentido del humor. Un aplauso a él y a la cadena —sin ironías; si yo fuera el gestor de esa gran empresa chupavidas contrataría a los mismos y además les pagaría el doble.
Pero este elogio no es lo que me importa. Profundicemos. Muchos se preguntan por qué Mª. Teresa Campos, que ya llegó hace tiempo al 95% de lo que Maslow llama autorrealización —el resto del mundo se autorrealiza en torno al 30% de media, para hacernos una idea—. Una de las respuestas que se ha dado es que ella es una innovadora, y siempre lo ha sido. No andan muy equivocados. Sin embargo, creo que hay algo más, lo que pasa es que la imagen de esta mujer está tan cuidada que ni siquiera nuestras mentes traspasan la barrera para ver más allá.
La Campos, la verdadera, Mª. Teresa, no lo hace por ella. Lo hace por su hija, Terelu.
Y ¿quién es Terelu? Nadie.
—Lleva trabajando 30 años en televisión.
—Sí, del brazo de su madre.
¿De verdad alguien cree que esta mujer hubiera estado ahí, en la pantalla, haciendo…, no sé qué, si no estuviera su madre cerca? Aparte de vedette con cuerpo pero sin gracia de esas mañanas, tardes y noches de fiesta telecinquera, hija de las mamachicho, o de comentarista de actualidad burda de mesa camilla de Rescátame, ¿qué ha hecho esta mujer en 30 años?
Siempre está ahí su mamá para repescarla de un programa a otro, con la fijación patológica de…
—¿De qué?
—De salvarla.
Cuando la mamá falte, ¿qué va a ser de esta mujer, con lo que gasta de chacha, conductor, IBI, seguros y otros supergastos? Pues, está claro. Irá rebotando de entrevista en entrevista, programa en programa, pero cada vez menos, hasta su desaparición. Pero vivirá de las rentas que le está asfaltando su mamá. Y esto lo saben unos cuantos que además están ahí dentro, pero no se dejan seducir por el poder de la controladora y todopoderosa Mª. Teresa, a quien profesionalmente e incluso éticamente no puedo más que aplaudir.
Mamá es fuerte. Pero Terelu es débil. Y mamá lo sabe. Hay que salvarla.
Lo mejor de todo es que ambas van a conseguir su objetivo. El asesor de la productora es un máquina que sabe que todo docureality centrado en un personaje popular, famoso, acaba en éxito para dicho personaje. El efecto es claro. La pantalla distancia —¿alguien se imagina a Angelina Jolie oliendo a sudor después de trabajar? Pues, eso sucede—; el docu humaniza al mostrar al profesional como persona en su día a día. El espectador descubre que los dioses se vuelven humanos, como nosotros, porque hacen lo que nosotros, es decir, también pueden tener nuestros problemas. Acabamos empatizando, comprendiendo, aceptando… Por ejemplo, Terelu tiene problemas con el peso, como muchos de nosotros.
Prometeo, el ladrón del fuego…
Lo que el espectador no ve —o no quiere ver o ya no le da importancia a eso porque prefiere quedarse con lo humano— es que todos vamos a hacer la compra, pero hay muchos tipos de supermercados, que todos salimos a cenar, pero hay varios bares y restaurantes, que todos tenemos casa, pero no de los mismos kilómetros cuadrados, que todos tenemos coche, pero no todos lo tenemos que conducir… Basta con que un día las veamos en un mercadillo popular para que nos olvidemos de lo demás.
Es lo mismo que las Kardashian y toda esta troupe. Además, somos muy cristianos, y cuando uno muestra y acepta sus errores o incapacidades o imperfecciones, allí vamos todos a consolarlo y perdonarlo.
Lo dicho: un triunfo. Terelu, te has ganado una silla para siempre en esta cadena. Tu futuro está asegurado. Gracias por contar con nosotros.

lunes, 14 de septiembre de 2015

GH 16


GH 16
El verdugo de los mendrugos

Vomitivo. Eso es lo que me pareció el inicio de GH 16.
La primera sensación de angustia me la provocan unos 7 minutos de vacío. Ese vacío no es ni más ni menos que un concursante invisible. Así lo presentan. Y las cámaras se pusieron a ofrecer imágenes seguidas de… nada, de muebles, pasillos…, aire… Luego llega el video de presentación del susodicho —por cierto, sí habla— y resulta que también está… ¡invisible! No le vi la gracia ni la sorpresa. Me aburrí mientras me cenaba unos espaguetis. Doble aburrimiento. ¡Anda que esperar el comienzo de un evento tal como GH y que empiece así…!
En fin. Resulta que vete tú a saber a qué genios se les ocurre que una jovencita sea sorprendida por su novio. Y ¿cuál es la sorpresa? ¡Matrimonio! ¡Y en directo…! Asín de claro como te lo cuento. Comidilla al día siguiente, fijo. ÉL se arrodilla. ELLA no sabe qué hace su chico aquí. ÉL saca anillo con perro. ELLA no se emociona ni nada —los nervios, se entiende—. Y… ¡sí quiero! ¡Tachán! Pues eso: 10 directivos en una mesa redonda pensando cómo hacer para dar que hablar a esa masa informe llamada audiencia que a veces además de no tener forma tampoco tiene criterio para las emociones. Puede que más de uno echara una lágrima: a ELLA se la llevan dos… hadas madrinas, la visten de blanco mientras un coro góspel canta el «Happy day» de A. Franklin y…, bueno, no me enrollo. ¡Vaya empacho buscaudiencias!
El siguiente golpe es una señora que desea la eterna juventud, cual Dorian Gray, que suelta lindezas como esta: «Para mí los hombres son como los pañuelos: de usar y tirar». Muy bonito. Y lo más fuerte: ¡el público aplaudió! Bueno, no quiero ni pensar qué movimiento por la igualdad o por los derechos de la mujer o por la violencia machista hubiera surgido si esa fabulosa, poética y afortunada frase la llega a espetar un chico. Nadie debería decir algo así, y mucho menos aplaudirlo. Pero esta es la educación que nos ofrece T5, ¿verdad? Que sí, que sí… Que una Televisión no es la encargada de educar. ¡Pero lo hace! No busquemos excusas. ¡Lo ace! Mira, a mí se me acaba de escapar una «h» solo con nombrar T5.
Que pase el siguiente… Bueno, bueno, bueno. ¿Creíamos que no podría haber más salseo empachoso? T5 lo encuentra y nos lo ofrece: ¡una mamá y su delicioso bebé! ¡Bieeeeeen! No faltarán egódoxas que apunten: «¡Acaso no tiene derecho!» Y sí, derecho tiene. Me pregunto si tiene otras cosas. Me refiero a éticas. Poco hay tan egoísta como entrar en un GH y querer ser la primera mamá con su retoño  en carricoche y exponerlo a la vida pública. Recuerdo de primera mano una historia en la que una mamá subió un montañón con su niño de 4 meses; al llegar arriba —unos 5 grados de temperatura— el niño empezó a llorar. No os cuento el camino de bajada. Solo os cuento que abajo, llorando desconsolado, el niño estaba moradito, el pobre. Pero a la mamá le apetecía subir con su bebé. En cualquier caso el niño va estar atendido, dicen, en una casa anexa. O sea, ella entra porque querrá cumplir el sueño de su vida, supongo, y es capaz de esto: el colmo del egoísmo. Ah, y ¡ya nos enteraremos de qué opina el padre, sea quien sea o esté donde esté!
Siguiente: una modelo, cómo no, que parece representar a su generación con lindezas radicales como estas en su video de presentación: «No me gusta que me manden y que me digan lo que tengo que hacer»; pues mira, bonita, qué cosas pasan, te vas a hartar a que te manden, o ¿no sabías dónde entrabas? Haz las pruebas, ordena, limpia o cocina, levántate de la cama, ve al confe, nomina… Podrías expresarte mejor: No me gusta que me manden cosas que no quiero hacer. Pero así parecerías más niñata, más bebé…  Por otro lado, tampoco es que seas muy diferente al resto del mundo, y se supone que un video de presentación debe resaltar lo más auténtico de ti misma…, a lo mejor es que no lo hay. «Si me fallan o me hacen daño no perdono con facilidad»; solo espero que algún día le tengas que pedir perdón a alguien para que lo reflexiones. «Eres mi amigo o mi enemigo»; con esos extremos precisamente andamos en guerras toda la vida, actitudes radicales como esta no son más que tijeras culturales. «Me gustaría llegar a ser una modelo conocida como por ejemplo Heidi Klum»; no sé si lo dice porque tiene poca profundidad y solo aspira a ser una copia de…, y tampoco matiza qué es eso de «conocida», pero me preocupa que alguien lleve como carta de presentación «quiero ser conocida», es decir, no te preocupa lo que haces sino que te reconozcan, o sea, no haces lo que haces porque te apasione y desees vivirlo y sentirlo sino por… ego, lo cual esconde una superficialidad e inseguridad desbordantes, común en esa profesión.
¿El chino? Bueno, un concursante de estos que entretiene, que hace reír, lo cual, por otra parte, es lo que busca fundamentalmente la audiencia: entretenimiento —aunque hay muchos tipos de entretenimiento—. El problema es cuando habla de sí mismo con estas perlas: «Me gusta ser único»; pues a todos nos gusta destacar, esa es la verdad, y que nos reconozcan, pero la cosa es que para que eso pueda ser sano debe haber algo mollar en lo que haces (científicos, historiadores, revolucionarios, escritores, constructores, creadores, pensadores, estilistas, cineastas, actores, cocineros y un largo etcétera), pero no creo que sea el caso con este joven: «Las gafas que llevo no tienen cristales, simplemente me pongo así por postureo, porque, mira, soy mazo guay»; yo pensaba que el postureo —aparentar— era una actitud que se despreciaba, sin embargo parece que la hemos volcado hacia la reivindicación como si fuera ser auténtico o algo así. «Muchas veces soy muy niñato, como que quiero algo y lo quiero ya»; bueno, pues tampoco es que sea para preocuparte demasiado, verdad, le pasa a mucho adolescente en esta generación, pero recuerda que ya eres mayor de edad, jovencito. «Me gustaría ser ingeniero. Matemático, físico no suena bien…, es como ¡ingeniero!»; pobres matemáticos y físicos, se murió su aportación a la vida. «Me gusta coquetear porque me sube la autoestima»; el colmo del egoísmo.
Lo dejo aquí. Es la experiencia GH más putrefacta que he vivido.


jueves, 17 de julio de 2014

Un hombre y su chándal

Un hombre y su chándal
El verdugo de los mendrugos

Lo de Kiko Rivera es muy fácil de entender, me refiero al amor y odio que despierta.
En un país en el que están de moda orangutanadas como el «mamading», el «balconing» y el «muerding» también puede estar de moda el cantante y «deejay» Kiko Rivera. Pero es eso, una moda; pasará. Y llegarán otras, que es peor, porque hay gente que sin modas no sabe vivir; es como el perro que se queda sin  amo después de años sirviéndole la comida: y ¿ahora qué?
Tras ver el docu de Riverita uno extrae varias conclusiones: es un artista mediático, ni musical ni técnico. Y ¿eso qué significa? Pues algo así como pedirle a una conejita playboy que nos explique el clima para hoy en televisión mientras se quita algo de ropita. Nos embobamos mirando. Luego nos mojaremos porque del clima ni nos hemos enterao. El símil no quiere decir que Kiko esté arrocito pegao, pero no hay duda de que algo tiene.
Y ¿qué tiene? Bueno, Mª. Patiño decía que es muy básico —totalmente de acuerdo, aunque ella usa el eufemismo cuando quiere decir cavernícola—, pero espontáneo, claro y natural. Y eso gusta. Son virtudes, claro está, pero me gustaría saber por qué ella está con un guapetón alto y de sonrisa atractiva. A veces todos somos un poquito hipócritas.
Si os habéis fijado, Pantojita siempre va rodeado: amigos, novias o asalariados de su negocio. Es un dato importante. Podría ser una persona que no sabe estar sola. Su exrepresentante dice que, si no eres su palmero y alabas todo lo que hace o dice, te repele. Otro dato importante. Podría ser una persona que, por un lado, no soporta la frustración —seguro que se crió siendo el niño más guapo, más listo y que lo tenía todo, menos cariño y realidad—, y, por otro lado, no tolera que le digan que ha de esforzarse en algo o hacer algo —en el documental decía él mismo que el otro día fue al estudio de grabación a trabajar unas horas y se quedó durmiendo en un  sofá una hora y media: ¡todo un profesional!—. Yo sé lo que me pasaría a mí si hago eso, pero lo peor no viene de mis jefes o compañeros, lo peor es lo que yo piense de mí mismo. Yo soy mi crítico particular. Sin embargo, cuando Pantojita visualiza la grabación de su primer «concierto» —Así soy yo, tema único— dice que es que le falló la petaca de sonido. ¡Toma ya! Su voz no tenía nada que ver. Así eres tú.
Así que tras estas dos características, intolerancia a la frustación y al esfuerzo que le piden, la cosa está clara. Si no tolero esto lo que hago es estar con gente que no me agobie ni me provoque ansiedad con estos temas. Se llama disonancia cognitiva: él sabe —porque es básico pero no tonto— que un productor o un técnico profesional con larguísima experiencia al que no le interesa solo el dinero —y los hay— le destruiría  con una crítica íntima durísima; así que contrata a interesados que se dedican a algo relacionado con la música pero cuyos intereses son exclusivamente económicos. Y lo hace para evitar la sensación de malestar que le produce la frustación de las críticas, en lugar de aprender de ellas buscando otro camino o esforzándose en ese: le pregunta uno de los directores de la cadena «¿Tomas clases de canto o vas a tomar?», y contesta que debería, pero de momento no, que ensaya un poquito y aclara la voz, eso sí. ¡Qué profesional!
Así que todos los interesados en él como persona, que le querían y querían enderezarlo y ayudarle a crecer han desaparecido. Desapareció su representante anterior igual que desaparecieron amigos que le decían la verdad y eran críticos con él. Esto último está de moda también: el amigo crítico es odiado y el pelota falso deseado.
Y ¿qué manía en enderezarlo?, dirá uno. Bueno, hasta hace poco es lo que se hacía en la vida: cuidar de que las plantitas crezcan fuertes, derechas, sanas, equilibradas, porque ellas dan buenos frutos. Y luego están las marchitas, dobladas, que hay que poner palo para ayudarlas a crecer, pero que difícilmente darán los mismos frutos, y se pudrirán antes, sin haberse sentido orgullosas de haber aportado algo a la vida, a su gente, a su familia. Todos queremos las mejores plantas y los mejores frutos. Pero cada vez se tienen menos huertos, y se cuidan peor, porque hace falta tiempo, no estar cansado y valorar la Belleza. Y todo eso hoy falta. Y por si alguien no lo entiende aún, que se fije en los gobernantes que tenemos, ¡a ver si les parece que son una ejemplaridad!
Ergo tenemos a una personita siempre rodeada de gente —y fiesta— y del tipo palmero, adulterado, fariseo, falso. Y ¿por qué? Pues podría ser una personita falta de cariño desde hace ya… Madre de ensayos y giras constantes, internado, el peso de que su nombre y apellido no lo nombran a él —falta de identidad— sino a progenitores, etc. «Yo soy yo y mis circunstancias», decía el filósofo. No destaco estas circunstancias para atacar a nadie, ¡ojo! —hay que ganar el pan, diría la tonadillera—, sino para reconstruir al joven en cuestión. Esta Soledad exterior e interior le lleva a desear compañía constantemente, y quizás no como cualquiera de nosotros, o sea, como una necesidad de afiliación maslowiana, sino que podría ser como patología.
Además, aporto un suplemento: siempre de fiesta. «Trabaja» y un poquillo de fiesta. «Trabaja» de fiesta. O sea, todo es una fiesta. Por ejemplo: en el docu nos muestra que va a su primer concierto y horas antes hacen la prueba técnica de sonido. Pues la prueba dura unos 15 minutos. Claro, no es una estrella y sus asalariados, técnicos, productores y asesores no han trabajado con Bruce Springsteen; pero no hay que ser muy avispado para comprender que eso necesita algo más de trabajo y tiempo. Ahora bien, si tú quieres fiesta, y te rodeas de palmeros, lo normal es que ellos festeen contigo, cuanto más mejor. Así que en el docu vemos a uno que al acabar la prueba le dice algo así como «¡Bueno, y ahora a tomar unas copitas, que ya está bien!» Esa noche sale a escenario, «canta» 3 minutos, va al camerino y, tras ver su actuación, montan otra fiesta. Y en la furgo en la que se trasladan, cuando aparecen todos cansados él les grita: «¡Reíros, hombre, un poco de alegría!». Y digo yo: ¿tanto ruido no será para tapar el silencio que le ahorca?, ¿tanta gente no está tapando su soledad?, ¿llena tanto su vida porque tiene mucho vacío?
¿Vacío? De la infancia ya hemos hablado algo. Y ¿ahora? Pues me enterneció como a un padre cuando le preguntan en el docu si sus hermanos, los toreros guapos —lo que él deseó pero nunca será, y lo intentó—, habían ido a verle pinchar o cantar. Responde que no, que están con sus cosas, su trabajo…, excusándolos. Y le vuelven a apuntar: «Sí, pero tú sí has ido a verles al ruedo». En ese momento su cara cambia ligeramente, y calla. Podría ser que se sienta vacío aún de los que él admira. Y eso también hay que llenarlo, equilibrarlo.
En la presentación del docu, su exrepresentante alude a que quiere ser deejay de repente porque admira a los dj’s de moda, para él son un referente: póster, fotos, «following», emulación, etc. O sea, como los niños que todos conocemos que, por lo que sea, no encuentran referentes cerca y los eligen de entre la sociedad —porque lo del referente es necesario y exigido siempre, quede claro—. Así que el niño qué elige: lo que está de moda, mueve, disfruta de juerga, chicas, viajes, notoriedad, compañía… Y no está uno de sol a sol, ahí, matándose… Tampoco hay que estudiar… Solo aprender unas cosillas, tener un buen equipo, comprar unos cedés —con dinerillo es fácil—…, y tener un apellido. Él dice que rehúsa usar su apellido para darse a conocer, pero luego le contratan por eso, ¡o es que él no lo sabe! Si no lo sabe ya os digo yo por qué: siempre ha sido tan guapo, tan listo y tan todo y lo ha tenido todo… Volvemos a lo del principio. Nadie le ha juzgado objetivamente ni le ha obligado a esforzarse, etc.
Y retomo. ¿Por qué tiene tirón? Dicen por ahí que es simpático, noble, alegre con la gente. Ahora, después del desglose, podríamos entender que es así por necesidad, porque si además fuera antipático, borde, despectivo, altivo, etc., pues nos podemos imaginar los mares que surcaría. ¿Gusta su simpatía y nobleza? Es forzada, buscada.  No hay más que ver cómo habla de las mujeres cuando está sueltecito —ya me entendéis—, o cómo enseña fotos y de qué contenido. Ah, y lo de la nobleza y lealtad se ve que se le olvida cuando llama públicamente «pelopo» a su cuñado y lo desprecia, ¡al novio con quien su hermana tuvo un hijo! Pero después de decir esas cosas suelta una carcajada animaloide y ya está. Nos reímos. Cae bien. A la gente nos entretiene, pasamos el rato, nos paga unas copas, nos sube en el Audi, nos invita a casa y es muy generoso; de acuerdo, pero es una necesidad, ¡ojo! Si le dices que no te gusta el coche, que la cama era un poco incómoda, que la nevera está vacía, es decir, si intimas y tomas la confianza de pedirle algo más, equiparable, eso sí, a lo que tú le des, entonces te da la espalda y te echa de su coche, cama y piscina.
Un tierno documental en Telecinco muy revelador.

viernes, 4 de julio de 2014

Ex II


Ex II
El verdugo de los mendrugos

Si por algo se caracteriza la cadena alegre es por su carácter nutritivo. Es maestra en alimentarse de sus propios despojos, de su propia liberación entrópica, de la mierda que caga. Me refiero al uso de personajes de un formato a otro o al uso de refritos de programas en otros: una vez defecado un programa reciclan las heces y ¡ala! La mitad de El programa de AR está construido sobre Gran Hermano, La casa de tu vida, Supervivientes, Sálvame, Mujeres y Hombres, Campamento de verano, Acorralados, La voz… Lo mismo ocurre con Sálvame. De ellos se alimentan comentando jugadas entre plato y plato, invitando a concursantes que por allí pululan y son objeto de crítica; la crítica es algo normal, ¿eh?, hasta que el juicio hacia el concursante se queda en segundo plano y se juzga a la persona —«Que no se hubieran metido allí», diría alguien; pero es que se han metido como concursantes, no como personas; «Si ellos hablan de su vida privada yo también»; pero es que ellos hablan de la que quieren, estando en su derecho, y tú de la que rebuscas, o ¿acaso quieres que hablen de las clasificaciones biológicas de Aristóteles?—. Así rellenan la oquedad diaria de su parrilla. Las razones de apostar por este genial sistema —«genial» desde el punto de vista marketiniano— ya tendrán ocasión.
En este sentido, cuando Telecinco apuesta lo hace muy fuerte; y, no contento con la presencia intencionada de familiares en el plató, ficha para su segundo programa de Ex a pesos pesadísimos como Rosa Benito, Sofía Cristo y Bárbara Rey. ¡Un aplauso! No hay mejor elección: la primera ha sido convocada por su brillante retórica, por sus conocimientos sobre el alma humana y la psicología de parejas… Bueno, dejemos la ironía. Las tres fichan porque hablan, hablan mucho. Y eso conviene. Porque cuanto más hablen más dicen. Y esto, que parece una perogrullada, quiere decir que van a «funambular» por más platós en Sálvame o El programa de AR o… La segunda intervención de Bárbara ya era para contar lo mal que lo pasó Sofía con la separación —«¡Diles cómo lo pasaste tú con la separación!», decía intensa y compungida, «Yo tenía que ver a mi padre con esas…»—.
Yo ya vi esta película hace muchos años: Jurassic Park. Un intento de recuperar dinosaurios para hacer más atractiva la vida a los ciudadanos tan necesitados de emociones fuertes y superficiales como ausentes de vida interior. Aquí los monstruos, perdón, los personajes que encarnarían a los monstruos —como Golum, que no es de verdad, es un tío que va dentro— son estas tres estrellas rutilantes y necrófilas de los platós del nuevo siglo que consumen vida al ritmo en que rompen bolsillos. ¿Sofía Cristo, jurásica? A ver, no por edad, sí por experiencias vitales y televisivas. A mí no me gustaría haber tenido que pasar lo de esta niña, quede claro; y me cae muy bien.
¿Lo mejor? El momento quién ha dicho esto. Se retratan ellos y ellas con frases que han dicho, y vaya frases, y el resto ha de adivinar a quién pertenece cada frase. Es divertido, terapéutico, educativo. «21 años casada y aún no me conoce». ¡Es muy triste escuchar esto todavía en boca de una mujer!
Por lo demás, el troglodita inseguro y cenutriensis toma cada vez más fuerza, se sabe que varios hombres fueron infieles y las pruebas a superar, de momento, son todas físicas, excepto una matemática, ¡suman y restan!, ¡y lo hacen mientras corren! O sea, nada nuevo, ¿verdad? Aún recuerdo con nostalgia cuando en la última de Supervivientes preguntaron la capital de EEUU. No sé si fue más entrañable que no la supieran o que no supieran escribirla. Y lo dice uno que es malísimo en esas cosas. Pero es que hablamos de Guasintón, no de Ulán Bator.

domingo, 29 de junio de 2014

Ex


Ex
El verdugo de los mendrugos

Ex es lo nuevo de las noches de los divertijueves telecinqueños. Otrora esa fecha y horario era propiedad del ojo que todo lo ve, Gran hermano. Y hete aquí otro reality —bueno, pseudoreality; la palabra realidad es muy amplia y completa para cerrarla a estos formatos televisivos dudosos, pero dejemos a un lado estas digresiones—.
La productora vuelve a la carga con un formato que contiene todos los ingredientes para triunfar: amor, dolor, un pasado, sexos, exhibicionismo emocional y un objetivo económico que disfrazan de amor filial, pues ¡qué no se hace por un hijo! —«Yo por mi hija mato»—, ¡y más si hay cámaras!; ¡ah!, y el objetivo de la cadena: el conflicto. Ahora habrá que ver si saben conjugarlos y, sobre todo, explotarlos.
No hay duda de que los reality tienen su función educativa. Eso me gusta. Pero solo para el que quiere aprender —que ya no somos niños—. Y hoy la gente valora disfrutar muy por encima de aprender; aprender es como el hijo fétido al que los demás niños desplazan y arrinconan hasta que logran que desaparezca; molesta, incomoda, amenaza; quizá sea porque si nos damos cuenta de que podemos aprender descubrimos de paso que no somos tan listos, ni guapos como nos creíamos: otro sabe más que yo; y eso lastima nuestra autoestima. Y la autoestima mejor no tocarla.
Y ¿cómo puede hacer Telecinco para que aquellos ingredientes mariden bien? Pues maquillándolos, retocándolos, acicalándolos. Ahí están entre el público «los otros», los que van a hablar de aquello que los concursantes no hablen: familiares y amigos. Estos montan el follón. Es un clásico. Empiezan siendo educados, e incluso algunos se quieren mucho, y acaban haciendo un Deluxe bajo cheque partiendo almas: «Yo he venido aquí a decir la verdad, porque mi hijo/a está sufriendo mucho». Pues, mire usted, hay alguna cosilla más importante que la verdad, por ejemplo, la compasión y el respeto por la intimidad.
Lo más interesante para mí es que cada vez hay más material sociológico, psicológico y filosófico para futuras tesis que expliquen cómo somos o por qué somos así. Aunque olvidaba que sociología, psicología o filosofía están por desaparecer, desterrar, o exiliarse ellas mismas, pero no a otro lugar sino a otro tiempo. El caso es que no han tardado en despuntar los estereotipos: el machito que estereotipa a las mujeres: «Eso sí. Mujeres que valgan la pena he conocido, ¿eh?». Lo peor es que orangutanes como este hay muchos, él es un representante de los que hay —y lo digo yo que soy hombre—. Pues sí. De momento las conversaciones giraban sobre cómo son ellos y cómo son ellas, en lugar de cómo es él o ella. Un poco triste.
En fin, ¿tan vacíos y solos nos sentimos para que tengamos que exhibir nuestras entrañas, exponer nuestra vivencia cual protagonistas únicos e irresistibles, contar cómo cagamos y qué papel usamos, dar pena a través de la televisión o la red? La psicología social es clara: sí. Como humanos hemos aprendido a mentir, exagerar y persuadir con tal de conseguir llamar la atención del «otro» y tener a alguien cerca: principio de afiliación natural. Y ¿la razón de esta necesidad? Egoísmo. Puro egoísmo. Necesitamos al «otro» para satisfacer necesidades. El eufemismo es colaboración, relacionarse: así se vende mejor, claro; es más… social, ¿verdad? Empieza la función…

martes, 22 de abril de 2014

Oriana, la bella


Oriana, la bella
El verdugo de los mendrugos

Para los que seguís Telecinco no hace falta presentación. Para los que no, o no tanto, Oriana es una neumática choni de uva, de uñas «postis» y de crines extensibles, joven, con grandes intereses y ocupaciones en la vida, que estudió Derecho y lo dejó a los tres meses porque «me aburría», como Newton, o ¿era Einstein?, y que ama, ama mucho; ama tanto que estando con su novio, ya va para un año, necesita amar más y por eso es sorprendida amando —léase besando— con otro chico de estos de ahora…, de estos de ahora.
Y, cuidado, que ya dicen que transita mucho la universidad para estudiar cómo cazar con amor —que aún le sobra— a un chico que quiere ser juez y no le gusta la tele. De esos que quieren las suegras, vamos.
Y es que amar está muy bien visto. Los padres del cornudo, un chico de estos de ahora…, de estos ahora, incluso la excusan por tanto amor. Les parecía un «pico» inocente, como ella, inocente e ingenua, decían. Lo decían por la foto en la que fueron sorprendidos los amantes furtivos. Los padres son muy modernos, de estos de ahora que…, de estos de ahora: «La chica lleva viviendo en mi casa un año. Nosotros la creemos». A mí me decía uno que lo que pasa es que a ver cómo admiten que han sido engañados durante un año, ¡personas de su clase!, porque hay que ver lo «estirados» que son, ¡y que están!, ¡y que están!
Alguno podría poder querer intentar ver cierta…, e insisto con lo de cierta, falta de respeto al amar tanto a uno amando a otro. Será que ese alguno no entiende de amor —porque no lo habrá conocido, digo yo, «¡al menos amor de verdad!» o «Pos yo amo así», que diría un egódoxa—. Porque el amor es así, ¡llama a tu puerta…! Y los que no crean a esta chica tan fina, con tantos modales, con esas manos de no haber roto un plato nunca porque nunca los ha recogido, que no tiene ojeras nunca porque no sabe qué es dormir poco o mal o madrugar, que no tiene un centímetro blanco porque el Sol se conjuró contra ella, los que no la crean son antiguos, ¡qué digo antiguos!, son arcaicos, ¡qué digo arcaicos!, son extemporáneos, como el amor platónico o el amor cortés. Amores que no tenían sentido, ¿verdad? ¡Es que eso de reprimirse!
La literatura en nuestra cultura lleva hablando del amor unos dos mil años, antes de que hubiera tele, y siempre ha coincidido en lo mismo: si uno ama tanto, pero tanto tanto, debe llevar cuidadito, porque puede salir algo mal, porque se confunde amor con sexo o apetito o deseo, y desear a alguien no es un anatema, pero hacer cositas con otro u otra cuando ya tienes pareja a expensas de esta sí. Se llama falta de respeto, como mínimo, para dejarlo suave.
Pero, claro, ¡eso del respeto chirría tanto hoy en día! ¡Es tan aburrido y extemporáneo!

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Bondades y maldades


Bondades y maldades
El verdugo de los mendrugos

Un presentador, el de Sálvame, excelente profesional. Intelectual y formado en disciplina que se fundamenta en la lectura, corrección, crítica, elaboración e interpretación de textos, de discursos, domina los registros con maestría. Y además, añado una inteligencia social y contextual lo suficientemente peraltada como para llegar a recibir un merecido Ondas: con inteligencia social quiero destacar su capacidad para adaptarse a los distintos personajes de distintas escalas sociales con espontánea destreza, y recalco lo de espontánea, natural y sencilla; con inteligencia contextual quiero destacar su habilidad para redescubrir tiempo y espacio; leí hace años a un periodista, y estoy con él, elogiar las expediciones de Jorge Javier Vázquez por todo el plató, enseñándonos a los espectadores los entresijos televisivos hasta él vetados, como cámaras, directores, bastidores, técnicos, pasillos, salas de espera, maquilladores, mánager (es de ley puntualizar que ya el Sardá de Crónicas marcianas lo inició, pero no lo «usó», no lo explotó), con gracia y simpatía, transmitiendo el dinamismo necesario para que un programa de cuatro horas sea entretenido y no decaiga no un día sino después de unos cinco años;  y, por supuesto, también hay que elogiar el uso de los tiempos en el dilatado peregrinar de cada programa, tarde a tarde, con tantísimos, variados y antagónicos contenidos como para conservar la frialdad y acortar, saltar o detener dichos temas, pausar o silenciar instantes que invitan al deseo y sofocar fuegos de otros o incendiar escombros y que no suela chirriar en el intento.
Un profesional. Te guste o te no guste.
Sin embargo, hoy enciendo la tele y lo primero que oigo es el ya aburrido y vulgarizado «Voy a dar una exclusiva, voy a desvelar el viaje de novios de alguien», en boca de Kiko Hernández. Y se conoce que ya se había rumiado el tema en las dos horas anteriores que llevaban de programa porque automáticamente me pitan los oídos al oír la carcajada ojiplática y estridente, varonil y rasposa, inarmónica y crujiente, aburrida e incluso letárgica, áspera y destemplada, baja y discordante, entre forzada y falsa, estomacal e insidiosa de Belén Esteban, acompañada de la frase «¡la Trapote!», y continúa otra vez la carcajada.
No se puede ser más indigno, malvado y dañino que desear el mal a los demás. Lo que ella ha sufrido, Belén, digo, es lo que desea a la otra. Y no ha sido hoy, fruto de un mal día o una acumulación de ellos. No. Lo viene haciendo años, desde que yo la llevo oyendo en los platós. Pero sobre todo me sorprende ahora, después de, según ella –como siempre dice, también–, desintoxicarse psicológicamente –por enésima vez– y querer mostrarse y vivir más positiva. Pues es imposible, señorita, porque lo llevas dentro. Tú no puedes ver cómo otros son felices, no puedes aceptar que otros «intenten» crecer y evolucionar como tú no haces. Si a ti te perseguían, que los demás se fastidien; si te rompían exclusivas, los demás que se aguanten; si sufrías, que sufran; si te pillaban diciendo…, que les pillen. Sonreír el mal ajeno es tu vida, no tienes otra forma de ensalzarte, es negativo. Es una maldad.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Pan y cinco


Pan y cinco
El verdugo de los mendrugos

Todos sabemos que esta cadena ha sido y es un referente de innovación. Prácticamente ha sido la primera siempre en todo desde que llegó a nuestros grises y abatibles hogares. Su multicolor hinchó los corazones de tantos españoles aburridos, exhaustos, acomplejados y desolados por Cifras y Letras, Si lo sé no vengo, el Un, dos, tres, y caras repetidas como las de Joaquín Prats o el invencible Jordi Hurtado, alias Benjamin Button.
Desde su incorporación a la parrilla española, trató de «acercarse» al pueblo, o sea, a la audiencia, luciendo palmitos de mises de moda y contenidos pseudoeróticos para que los ojos de adolescentes en plena efervescencia volcánica y adultos inquietos de carne ajena depositaran su baba sobre la mesa camilla –hoy esto se consigue con un suave click–. Potenciaron la idea de que los conductores de programas no debían ser necesariamente profesionales de los medios –como hoy, que no es necesario que un profesor de matemáticas sea matemático–. Fueron los primeros en encadenar 20 minutos de publicidad –que se escribe pronto; los niños de hoy creen que fue el hombre de negro el que lo logró–. Los primeros «Late night shows». Los primeros en explotar programas de corazón (aunque el pionero fue Canal 9 con Tómbola), de hecho son los primeros en explotar todo lo que acaba de triunfar en otras cadenas. Los primeros en traer la caspa friki a la pantalla, haciendo popular al primer pringao que se sacaba un moco con un alfiler mientras silbaba la canción de El bueno, el feo y el malo masticando guindillas. Los primeros en emitir en España telerrealidad. Los primeros en inventar cómo ser rentables retroalimentándose de sus propias criaturas –Gran Hermano, El Debate, y todo su contenido emitido en programas de corazón, rellenando horas y horas de pantalla, repitiendo videos y videos, mañana a mañana, tarde a tarde, noche a noche, paseando como vampiros a los concursantes de uno a otro espacio hasta dejarles sin sangre–. Los primeros en superar los récords de denuncias de varias formas: una, rompiendo el Código de Autorregulación sobre Contenidos Televisivos e Infancia; otra, obligando a empresarios a retirar su publicidad al dar voz, cobijo y calderilla a personajes indeseables e incompatibles con su moral –le dice el cojo al manco–. Los primeros en España como empresa televisiva privada en lanzar al paro al 40% de la plantilla años ha. Los primeros en mentir escrupulosamente en los horarios de su programación. Los primeros en empezar un programa y emitir publicidad a los 16 segundos, volver tras 5 minutos, emitir 28 segundos y volver a publicidad otros 5 minutos. Los primeros en inventar el Sumario cada 15 minutos o cada ida y vuelta a publicidad. Los primeros en televisar el llanto desconsolado de una madre que ha perdido a su hijo y un segundo después anunciar en directo Zumosol y volver al alarido descarnado y desgarrado de la progenitora. Y voy a parar aquí porque me excito y hago una tesis.
Y ahora vuelven a ser los primeros. ¿En qué? En trocear un largometraje, la película Avatar. La emitieron en 2 partes, lunes y martes. En España hay que ser un búho y no trabajar por la mañana para poder ver la tele de noche; si añadimos a eso la melopea de la publicidad…, con este sistema podemos imaginar en qué año hubiéramos acabado de ver la trilogía El señor de los anillos.
¿Y las sensaciones? Bueno, pues algo parecido a lo que pasó con El señor de los anillos y su estreno en cine: un «coitus interruptus», un resbalón en un penalti, una nube interminable en la playa, un Ferrari cinco minutos, una loncha de pata negra con vasito de agua, un desmayo a mitad del capítulo 68 de Rayuela.
¿Será el principio de un nuevo camino? Espero que no, pero pensad que hoy en día casi ningún joven de 15 a 25 años soporta una canción de más de 3 minutos, ni una canción con una intro de 1 minuto 25 segundos. Y casi nadie escucha un disco entero de ningún artista. ¿Alguien se imagina cortar en el minuto 3 Since I’ve been loving you? ¿Qué pensaría Picasso si su Guernica estuviera partido por la mitad y colocada cada mitad en una habitación? Las obras intelectuales y artísticas son un continuo, un todo coherente, un sentido unitario y global. Pero quién va a explicar eso a los estudiantes de hoy cuando lo intelectual y lo artístico está siendo desplazado de los planes de estudios y de la cultura. Ya no sé ni qué significa esta palabra.
Según los datos de la propia Telecinco se logró un 32% de cuota; eso son más de seis millones de espectadores, de los cuales casi la mitad tiene entre 13 y 24 años. También es cierto que la película se estrenó en plena crisis y aunque tuvo una brillante acogida en salas, como película que más recaudó en la historia, puede que también la crisis le afectara; como también que el 3D fue un reclamo que salvó muchas producciones ese año y los siguientes. En España llegó a los 7 millones, casi alcanza a la segunda de Crepúsculo –creo que eso dice mucho, no voy a añadir más comentario ahora–.
Pero ahí no queda todo. Este mismo sábado por la tarde vuelven a emitirla. Así que la innovación de la cadena, al menos esta semana, no va solo con la fragmentación sino también con acercarse a la reposición constante en diferentes horarios, algo que históricamente ha hecho Canal+ como televisión de pago con muy buenos resultados.
¿Acaso ha descubierto la cadena que esta última forma de hacer televisión, como tantas otras del pasado, es la que demanda la audiencia? ¿Nos arrastramos por lo que nos echen en el plato? ¿Nos comemos lo que sea cuando la comida habitual no nos satisface? ¿Tan caro resulta preparar una parrilla de comida decente? ¿Tanto han de ganar sus cocineros para que el margen de beneficios desemboque en carne de segunda y en filetes compartidos? A mí lo que me gusta es un bocata en el que el contenido sobresalga, que una parte del pan jamás toque la otra, un bocata sabroso, en su punto exacto: un condumio. ¿Y a ti?

miércoles, 30 de octubre de 2013

... y los muertos


... y los muertos
El verdugo de los mendrugos
26 de enero de 2011

Ayer compraba ese papelito que me permite cruzar una barrera, subir unas escaleras a tientas y siniestras, desgastar mis ojos, descargar mis posaderas en el asiento y recibir algún que otro bolsazo o cazadorazo para ver al increible, soberbio Matt Damon… con hombros dejados, apocado, insatisfecho, huyendo de una vida paranormal, en busca de una vida normal, cambiando las manos de los otros por el cuchillo, cambiando el estímulo del banquete del más allá por el de la manduca italiana del más acá: de hablar con los muertos por hablar con los vivos. ¿La película? Más allá de la vida.
Hoy veo la tele, sin ese papelito, espatarrado en mi sofá: el imparcial Jordi González sienta en el más acá a una tipa serena, orgullosa, estoica, plácida, límpida y azul, escudriñando con su mirada a personajes públicos de diferente rango, desnudándoles por exigencias del guion el alma  las suyas y las del más allá.
Hago un ejercicio de fe no me cuesta demasiado, pues suelo dejarme llevar primero y juzgo después, y trato de entender a estos necrófilos psicófilos sin acritud, aunque quiero decir violadores de las almas que pululan, según esta, por ahí: la vibración le dice a la mediadora que la presencia que está al lado es su amigo y le quiere mucho. La otra vibración le dice que una nueva presencia le pide perdón a su propia hija y que lamenta hacerle daño, que lamenta no hacer siempre las cosas como ellas hubieran querido, pero la vibración le muestra un peluche grande que estaba en un lugar especial, en un rincón dedicado a una hija muerta, que discutía a menudo con la hermana, que le cogía cosas y las cambiaba de sitio y sigue haciéndolo. En otro lado, a otro personaje que se autoprostituye le dice que la presencia es de una mujer muy enferma que estuvo a su lado, que lleva con ella una botella de oxígeno y que quiere transmitirles todo su amor. Otra: la presencia es la de un hijo de un señor, que al parecer mantenían una relación de gran amistad; por lo visto el padre se llevaba mal con él y no solía hacerle caso.
Esto va por temporadas. La evolución ya está aquí aparcada, en el más acá, claro o quizá sea el más allá, porque la televisión consigue a veces dar esa sensación: la llamaron tele, telebasura, telesangre, telegrito, teleruido..., y ahora otro giro de tuerca más: telemuerte. No les basta con los vivos, ¡ahora persiguen a los muertos! Hoy es esta tipa, quizá mañana será el torito, o Mariñas o Patiño o la Esteban o DEC. Quizá las «alcachofas» ayuden a intensificar la señal.
Pues sí, suponiendo que sea verdad, partiendo de que estén ahí, pero solo sean visibles vibrando para unos pocos afortunados, ahí estamos nosotros, sin quitar la mirada del televisor, absortos, imaginando, fantaseando, sospechando que, espatarrado en mi sofá, quizás tengo a alguien que me habla y no oigo. Tengo un muerto conmigo, o dos, y no sé qué debo hacer, nadie me lo ha explicado, no está en las leyes de la vida. Incluso si fantaseo demasiado puedo imaginar quién podría ser seguro que todos los espatarrados en su sofá están así, como yo; incluso si me involucro, si me dejo llevar emocionalmente, pueden resbalar en mi cara un par de lágrimas, me podría conmocionar esta conexión espiritual y... Espera, no, ¡publicidad ahora no!

El regreso: gracias, princesa


El regreso: gracias, princesa
El verdugo de los mendrugos

«Vivo sin vivir en mí». Faltan 59 minutos.
Ya. Ya está.
Todos se han vestido de gala, más elegantes que de costumbre. No en vano, es una noche especial. Llega la princesa, la princesa del pueblo. Evoé.
Vamos a ver con qué nos sorprende.
¿Cuánto habrá costado esta vuelta? No lo sé, pero lo vale; es la princesa. Se paga y punto.
Dicen que tiene muchos frentes abiertos y ahora va a resolverlos. Pobre, ¿verdad? Hay gente que no la entiende, gente que debe de ser indeseable, sobre todo para Telecinco.
Espero a una Belén combativa…
¿Acaso se duda? Es que no ha dado muestras de su constancia en el combate. Lleva  años soportando al demoníaco Jesulín y su casta de indeseables, ¡años! Y así no se puede vivir. Nadie debería pasar por ese sufrimiento familiar extremo: el choque con la familia de los suegros, o que tu pareja no te defienda. Pobre gente, como ella, que ha sufrido esos momentos, y al día siguiente tiene que ir a trabajar, y cuidar de sus hijos, sin poder tomarse unas vacaciones por todo lo alto o cambiarse de barrio, ¿verdad? Bueno, ella, gracias a Dios, ha podido hacerlo en algún momento, y se merece poder, porque es demasiado su sufrir.
Lo que le pasó con Jesulín… eso te marca…
Eso digo yo. Menuda cruz, Señor. Y ella intentó que no fuera a más. Pero el mundo, el destino, la vida es implacable.
La veo. La veo. Pasillo rojo. Ella de azul o lilas. Ella la inocencia. Ella la lágrima en el ojo. Se santigua para que Dios la ayude a medirse. ¡Cuánto ha llorado esta mujer! ¡Cuánta Mejilla erosionada!
Da ternura verla.
El símbolo. La bandera. El mito. Es un mito. ¡Qué caminar! Todos la alaban. Excepto una periodista, siempre objetiva, siempre distante, siempre tan clara y honesta. ¡Qué aburrimiento!
Jorge pide respeto o desalojará a quien no lo tenga. ¡Muy bien, Jorge! ¿Qué es eso de no respetar? Eso no se debe hacer nunca. Y puesto que no lo hacéis nunca, hoy menos aún.
¡Guapa!
¡Enhorabuena!
¡Guapa!
Empieza como siempre: ¡Qué sencilla! Habla tranquila, tierna, dulce, niña, ¿verdad? Pero luego… es que luego cambia porque la agobian, la acusan, la acorralan, la señalan, la insultan, la maltratan, la siguen, la atacan, la acorralan, la asedian, la hostigan, la atormentan, la cercan…, pero ella no es así. Insisten en que la tierna y dulce es la máscara, la careta, el capuchón, el disimulo. No la ven con los ojos de la verdad, de la inocencia, de la evidencia.
Hay quien dirá que ha agotado todos los terapeutas, que debería ir a Lourdes, pero es que lo ha pasado muy mal. Y esos terapeutas se los ha pagado ella, ¿eh?
Que su discurso de inicio es el de siempre, dirán otros, la misma novela, la misma entrega, el mismo capítulo. Hombre, poneos en su lugar, lo ha superado y empieza de nuevo, otra vez.
Yo estoy orgullosa de mí misma. No me quería absolutamente nada.
Lógico. Una mujer a la que nadie quiere, nadie respeta, sola, sacando una hija adelante, luchando constantemente, llorando una casa, una ciudad, un mundo.
Yo…
No quiere hablar de Fran. Lo que ha contado antes sin que le pregunten ha sido para contextualizar, claro, y nada más.
Yo…
¿Soberbia? No digas eso, Belén. Eso no puede ser verdad. ¿Quién es el maligno ser que te ha metido eso en la cabeza?
No llores, guapa, que tus ojos te afea. Luego dicen que lloras siempre, haciéndote la víctima, y dando pena.
Yo…
Esperabas que la vida cambiara, como todo el mundo, ¿verdad? Eso es normal. Cómo vamos a hacer algo nosotros, cuando estamos mal, cansados, derrotados, dolidos, lastimados, ¿verdad? No se puede hacer nada. Y lo mejor es esperar a que el caprichoso y trágico mundo cambie en el momento adecuado. El mundo y no nosotros.
Yo…
El médico le ha dicho que le ha perjudicado hablar de su vida… Nooooo. ¿Cómo dice eso? Hay cada médico por ahí. Bueno, y mucha gente que también lo ha dicho: periodistas, panaderos, abogados, ciclistas, comerciales, taxistas, trasportadores de ángulos abatibles… ¿Y ellos qué sabrán?
Yo…
Le hacía sentir insegura que le dijeran que nadie la seguía como antes. Lo cual es normal: ¡a quién no le gusta ser el centro de atención! Y cuando te acostumbras es muy difícil dejarlo. Es complicado decir que no. Es una droga, de las más duras. Se comprende. Iban a hacerle daño, como siempre.
Yo nunca he venido con prepotencia de nada. Otros sí. Yo no.
Los demás, son los demás. ¡Ya está bien! Déjalo claro. Muy bien.
Yo…
Reencuentro. ¡Qué bonito! Sonrisas, besos, después de ciertas cuchilladas asesinas y criminales. Pero no pasa nada. Perdonemos. Todos podemos equivocarnos 10 o 15 veces, o tropezar 10 o 15 veces en la misma piedra…
Yo…
Y la ternura de la música cada vez que se reencuentran. ¡Qué maravilla! ¡Qué bien preparado todo! ¡Qué gran trabajo de equipo!
Yo…
Exacto, Belén, todos los días no se puede hablar de su vida, no se puede. Ya lo hiciste. Y se acabó, como tú has dicho. Nunca más. Muy bien. 1 vez al mes y ya está.
Yo…
No te enfades, que ibas bien. Este Kiko hace unas preguntas muy bordes. No respondas Belenita.
Yo…
No te amargues. Respira. Estás cambiando, agriándote… Pero es que el Matamoros, ese tan racional, y la Patiño, la objetiva y con una ética férrea, no paran de hacer preguntas negativas. Solo son así contigo, muy selectivos ellos. Hoy solo deberían ser preguntas positivas y constructivas, y estos no se han enterao. Son malos, dañinos, angulosos y abatibles.
Yo no he venido aquí nunca a atacar… Y si alguien va a poner demandas a lo mejor las pongo yo.
¿Por qué tanto desprecio de Jesús hacia la niña? ¿De dónde sale? ¿Tú qué has hecho? ¿Verdad? No se puede descargar la ira hacia unas persona en otras. Eso no lo hace nadie, ¿verdad? Ni tú tampoco. Es como si te acusaran a ti por odiar a la Campa, o a los hermanos, o a la Trapote, o al padre, o a toda Ambiciones
Es que yo…
¿Irte de tu casa para que Jesús vaya a ver a su hija? Desde luego, qué poca vergüenza la de este hombre. No querer que estés allí. No querer ni respirar el mismo aire que tú. No querer saludar a la que fue madre de cuna tan sagrado, con la que yació en tálamo de coral. ¡Qué vergüenza!
Mato, m-a-t-o… Y mato.
Ya está, ya te has calentado. Pero bueno, es que te incitan, es que te pisotean, es que ellos, ellos te ponen agresiva y violenta. No pasa nada. Tú dilo, que la gente aplaude. ¿Ves?
Yo…
¡Cuéntalo! Es que es increíble. Menos mal que sabemos solo tu versión de lo que ocurre en esa casa con tu hija. Menos mal. Porque si supiéramos la versión de ellos… sería para tener miedo. Seguro que la odian. Y pensarán que la niña no oye  nada por ahí, ni la gente le dirá «Nena, guapa, tú con tu mamá». Lo cual es normal. Qué va decir la gente, que te oye a ti contar tantas cosas. Pues ya está. Cuéntalo todo. Y si se atreven que denuncien a una princesa, que estos no saben aún con quién se la juegan, que aquí estás en tu casa, tu casa es España y Telecinco también.
Mira, yo… no voy a atacar a Carmen, pero sí digo que la abuela tendría que dar más la cara por la nieta.
Triunfo. Triunfo. Evoé.

martes, 29 de octubre de 2013

Luces, cámara, acción


Luces, cámara, acción
El verdugo de los mendrugos
Gracias J. J. Millás
Botón. Cinco. Acción. Buenas tardes. Cabecera. Gafas con superpoderes. Sumario. Aplausos. Denuncias. Mordiscos. Sangre. Lágrimas. Patrimonios. Juzgados. Teléfono de aludidos. Acusaciones. Familias. Espectáculo. Defensas. Maridos. Cuernos. Chicles. Trabajo. Infidelidad. Grito. Fuentes. Basura. Exclusiva. Acoso y asedio. Representantes. Testimonios y testículos. Esquizofrenia. Bodas y tocados. Biomanán. Publicidad. 3 segundos.
A continuación. Maltrato. Maquillaje. Marchantes. Hernández. Tú. La niña. La niña. Mi hija ingresada. Incesto. Photoshop. Premios. Sorteos. Satisfacción. Agallas. Cabronadas. Secuestro. Insulto. Plató. Tartas. Reyerta. Imágenes. Insulto. ¡Retíralo! Dientes. Piel descolgada. Culpa. Pelea. Incendio. Alarma. Premio. 50 mil euros. Aplauso. Lloros. Moratones. Compañeros. Estudios. Declaraciones. Daño. Preguntas. Dice la verdad. Aplausos. Vestido leopardo. Bocado y sorbo. Tonos. Politonos. Sonitonos. Macrotonos. Idiotonos. Diversión. Insulto. Mantecados. Publicidad. Enseguida.
Y rumia… Boca llena. Mierda. Arrugas. Grito. Cirugías. Vasos. Desorden. Privado. ¡Premio! Aplausos. Lágrimas. Llamadas. Mensajes.  Miedo. Poder. Colaboradores. Abdominales. Actrices porno. Pasillo. Obegrás dieta adelgazante. Audiencia. Grito. Batalla. Truenos. Premios. Gilipotonos. Información. Entereza. Insulto. Jamón. Envía. El abogado. Váter. Rápido. Mantecaos. Vergonzoso. Sueldo. Público. Engaño.  Más sangre. Tortura. Dolor. Estafas. Cámara oculta y visible. Y ruido. Mucho, mucho ruido.